Estimados colegas y amigos:
A todos quienes me votaron como miembro del Jurado de ANTEL ARENA, vaya mi más sentido agradecimiento por la confianza depositada y por el honor de representarlos.
A los que fueron seleccionados: sinceras FELICITACIONES.
Pero me interesa especialmente escribirles a quienes no corrieron esa suerte.
La madurez y la experiencia me han dado algunas arrugas y otras cuestiones, pero también algunas cosas que me gustaría compartir.
Sigo comprometida con los concursos de Arquitectura y la oportunidad de energía vital que significan para nuestra profesión. Creo en el sistema y se que produce un intenso movimiento de emociones en los participantes, desde el primer día en que se empieza a acariciar la idea de presentarse.
Constituye un esfuerzo ENORME que excede ampliamente el deseo de obtener un encargo. Casi inexplicable para otras profesiones. ¿Qué otra profesión creativa pone toda “la carne en el asador” solo por presentarse a una convocatoria cuyo resultado final puede hacer esfumarse muchas horas de trabajo, de adrenalina, de ilusión?
Ni el artista plástico, ni el escritor, ni el músico, componen una obra solo para concursar y luego la misma desaparece, como ocurre con los trabajos de los arquitectos que no ganan los concursos. Tampoco las películas o las obras teatrales dejan de existir aún cuando no tengan el éxito esperado en el público.
Son productos que pertenecen al autor y permanecen como testimonios de su obra. Incluso podrán cobrar un éxito inesperado años después.
En el concurso que acaba de fallarse, el trabajo de 65 equipos –si decimos que cada equipo puede en promedio involucrar 10 integrantes, serían aproximadamente 650 personas—se vuelve casi invisible para los medios de comunicación, la imagen, la efímera fama de estos acontecimientos.
En la sociedad de la competencia en la que vivimos, parece inevitable pensar que el que no gana: pierde.
Sin embargo, los arquitectos sabemos que no es así.
Se me ocurre la comparación con los Juegos Olímpicos. La belleza del espectáculo que cautiva a millones de personas, hace que para cada deportista que llega a esa instancia, valga la pena haberlo hecho aún cuando no se suba al podio de las medallas. Se sabe ganador dentro de su categoría porque ha dedicado su vida a esa disciplina y porque puede compartir con tanta gente lo que le gusta y sabe hacer. La competencia en si misma es una fiesta para la vida del participante y del público. Y así se organiza
Mirar la exposición de la totalidad de los trabajos presentados en este concurso para ANTEL ARENA, es también una fiesta para los que abrazan esta profesión. Y sin duda también lo es para el público en general.
Pasados los momentos de decisión y habiendo cumplido las etapas formales que exige el procedimiento, los convoco a todos a participar de ésta, nuestra fiesta.
Hagamos de ella, una oportunidad más para que nuestra profesión crezca en la valoración social que se merece.
Convoquemos a las instituciones involucradas: ANTEL, IMM, SOCIEDAD DE ARQUITECTOS, FACULTAD DE ARQUITECTURA, para que organicen la exposición –puede ser virtual-- del total de los trabajos con los nombres de sus autores. Y lejos del juicio crítico negativo que la rivalidad momentánea pueda inspirar, unámonos en el aplauso colectivo que nos merecemos.
Muchos cariños
Angela Perdomo
