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cosaemandinga: estación de la eterna partida
Una estación simulada para espantar, desterrar, alejar…igualmente enigmática, perturbadora, hipnótica por inestable, por velada, por sublime.
Un tiempo análogo de ciudad: congelado, sumido, imantado; un espacio análogo de ciudad: inventado, partido, desplegado.
Una estación texturada de dulce sabor distópico, un mapa de la estación Latinoamérica: agridulce, andrógino, turbio.
Una cartografía quimérica de las migraciones contingentes, las densidades alteradas, las fuerzas centrípetas, los fragmentos de tiempo, las calles solitarias, los silencios cifrados, las vacilaciones de lo público, los sacramentos al interior.
Una estación sin escala ni tiempo: arcaica, moderna y reciente a la vez, siempre en fundación: he ahí la liturgia de sus espectros en éxodo.
Una plegaria inacabada por la escurridiza muchedumbre visceral, por las arrítmicas pasiones colectivas, por los caprichos no representados.
Una estación figurada para quedar sola, que clama descubrir la poética del desamparo, que intima a la mirada afinada, paciente, pequeña, para registrarse, que conmina al espectador al cuerpo desarticulado, móvil, inquieto, para descifrarse.
Un tiempo análogo de ciudad: congelado, sumido, imantado; un espacio análogo de ciudad: inventado, partido, desplegado.
Una estación texturada de dulce sabor distópico, un mapa de la estación Latinoamérica: agridulce, andrógino, turbio.
Una cartografía quimérica de las migraciones contingentes, las densidades alteradas, las fuerzas centrípetas, los fragmentos de tiempo, las calles solitarias, los silencios cifrados, las vacilaciones de lo público, los sacramentos al interior.
Una estación sin escala ni tiempo: arcaica, moderna y reciente a la vez, siempre en fundación: he ahí la liturgia de sus espectros en éxodo.
Una plegaria inacabada por la escurridiza muchedumbre visceral, por las arrítmicas pasiones colectivas, por los caprichos no representados.
Una estación figurada para quedar sola, que clama descubrir la poética del desamparo, que intima a la mirada afinada, paciente, pequeña, para registrarse, que conmina al espectador al cuerpo desarticulado, móvil, inquieto, para descifrarse.
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